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Sobre mí

Cuando hablan de los libros que me gustan me callo.

He pasado muchos años sintiendo que los libros además de ofrecerme un país para mí sola me separaban de los demás, las portadas eras barreras no sólo defensivas sino agresivamente escupidoras de compañía; tantos años defendí mi propiedad espiritual tan dolorosamente conseguida en soledad de la mirada de los otros.

Y entonces cuando hablan de mis libros me callo, como si la esposa de mi amante estuviera comentando delante mía en una reunión de sociedad cosas desacertadas, o falsas, sobre el hombre al que yo amara en la clandestinidad; como si la esposa de mi amante no hubiera paladeado nunca ciertas delicias en las que yo me regodease a placer.

Así que me callo. Quién necesita saber, o más bien, con quién necesito compartir sino con él. Con él. Y este él van a ser ustedes, porque paso demasiado tiempo delante de la pantalla de mi ordenador, paso demasiado tiempo delante de mis libros, y quién no quiere escupir, de una manera u otra, la belleza que se ha tragado. Así que esto es una escupida. En tu cara, amado mío-ustedes. Compartamos los libros. Ámame en estos libros.

Siempre es mejor un libro. Mi patria son los libros. Frases así digo todo el tiempo, así que voy a intentar hacer una demonstración, que sería algo así como mostrar los monstruos que me han crecido por dentro desde los libros que he leído o que estoy leyendo. Es todo. No esperen rigor científico de mí, sólo amor desordenado y una página cambiante.